¿Economía en la casa digital?

La casa digital nació como un sueño en la década del 70 y todavía no ha logrado imponerse en la vida diaria de los consumidores, sin duda esto llevará tiempo, sin embargo va construyendo su camino lenta pero firmemente.
¿Por qué digo esto? Bien, según algunos especialistas no estamos tan lejos del concepto de casa digital totalmente integrada donde todos los equipos del hogar pueden comunicarse entre ellos en campos tan diversos como la electricidad, la calefacción, la seguridad, la telefonía, la informática y lo audiovisual.
Es más todos los campos se están acomodando para el surgimiento de esta nueva tecnología: la domótica que es la instrumentación de tecnologías de última generación en el área residencial para resolver tareas comunes, rutinarias o tediosas de una forma práctica. Es decir, convertir un hogar común y corriente en una vivienda digital inteligente que pueda interactuar con sus habitantes.
El objetivo es poder controlar una vivienda de forma centralizada y explotar sus características, como ser el ahorro de consumos o el manejo a distancia de cualquier artefacto. Con este objetivo, los gigantes de la electrónica apuntan a convertirse verdaderos “centros electrónicos para la casa” por ejemplo la empresa Apple ha pasado de ser un fabricante de computadoras más a formar parte esencial de la industria de productos electrónicos, al lanzar al mercado un Apple TV o ITV que permite transferir videos, música y fotos desde una computadora a un televisor gracias a una tecnología inalámbrica, o bien la empresa Sony asociada a Sling Media y la empresa Pulse Link con Samsung que aúnan televisión con Internet y ofrecen pantallas de alta definición.
Nosotros como consumidores vamos aceptando toda esta tecnología y nuestro frenesí digital cada vez es más grande y exigente, los nuevos productos tecnológicos que salgan al mercado deben ser fáciles de usar e instalar y estar integrados en un único aparato.
Y si bien el costo de estas casas es elevado, en un principio su freno económico se ha levantado. El costo suplementario que representa la puesta en práctica de un sistema domótico en la construcción de una casa es valorado en solo un 4%, pero si hablamos de instalar todo este sistema en construcciones ya hechas el costo es muchísimo superior.
Estas casas tienen un as en la manga: argumento ecológico, con órdenes muy simples nos permiten optimizar el consumo y también reducir los gastos de energía, gas y agua.
Con una simple consulta al tablero de manejo se pueden ver los productos que más consumen energía. Existen sistemas de detección y corte automático de escape de gas.
Instalando sensores en postigos, se puede ordenar que se abran automáticamente en pleno invierno al menor rayo de sol y que la calefacción se apague simultáneamente.
Las luces no sólo se prende y se apagan automáticamente al entrar o al salir de una habitación (sistema que permite que ninguna habitación esté iluminada innecesariamente) sino que también permiten regular las intensidades de cada uno en forma individual o manejándolas por medio de configuraciones preestablecidas. Cada configuración determina una intensidad y/o color para cada artefacto y de esta manera con un solo comando se puede ambientar todo el hogar según la ocasión y necesidad.
Con respecto al agua podemos hablar que no hay desperdicio ya que constan con un sistema que a la menor pérdida nos avisa y si es que estamos fuera del domicilio podemos cerrar el control central de agua.
Las canillas con sensores especiales permiten el paso del agua poniendo simplemente la mano debajo y al sacarla detienen el mismo. También podemos mencionar el riego artificial de nuestros jardines: programar a una hora determinada, adecuar las distintas intensidades de la caída del agua y adaptarlo según si el sector conserva más o menos la humedad.
Todos estos argumentos a favor de las casas inteligente plantean nuevas dudas ¿Son realmente económicas estas casas? ¿Acaso, ahorro de consumo es lo mismo que economía?